Archivo mensual: septiembre 2010

La verdadera elegancia

Leyendo el libro Nadie acabará con los libros en el que Umberto Eco y Jean Claude Carrière reflexionan sobre el futuro, pasado y presente del libro,  ambos autores coinciden en destacar que nuestras bibliotecas están en su mayoría compuestas por libros escritos por personas sin talento, por cretinos o por paranóicos. Sin lugar a dudas dentro de la historia de los libros estúpidos, los manuales destinados a pautar el comportamiento de las señoritas «respetables» tienen su sitio de honor. Uno de ellos es La elegancia en la vida social de la baronesa de Staffe (Blanche-Augustine-Angèle Soyer) mujer de procedencia burguesa y reconvertida en aristócrata, convencida de poseer el saber de la elegancia y los buenos modales.


La Mode Illustrée, 1873. Via Beautiful Century

Para empezar, según Madame Staffe la elegancia no podia ser más que francesa (el resto del mundo estaba irremediablemente condenado a ser

«(…) siempre es la generosa y elegante cortesía francesa, que se imitará en todo tiempo más allá de las fronteras. Sí; da sus leyes al mundo. El francés no tiene ni la gravedad afectada y fría del hombre del norte ni la exhuberancia y facundia del hombre del mediodía; sabe ser digno sin altaneria, reservado, sin taciturnidad, amable, sin ligereza, agradable, sin llegar a la vulgaridad; no es silencioso como el hombre de las razas septentrionales, ni hablador, como los del mediodía; charla con gracia, escucha con ingenio, carece de sangre fría irritante y de exageración desagradable; posee fuego, brillantez y poesía (…)».

No únicamente el hombre francés era el portador del gen de la elegancia, la mujer francesa también estaba dotada de esta cualidad nacional:

«Sí; todas las mujeres del Universo copian aún el ingenio, la gracia y los modales de esa francesa, que se burla de la sensiblería, pero que atesora la verdadera piedad, que es buena con gracia, e inteligente sin pedantería. Según las circunstancias, es para el marido el camarada más encantador, o la compañera más dispuesta al sacrificio: para las otras mujeres, es amable e indulgente; sabe escuchar sin alardes de cinismo y sin aspavientos de ridícula ñoñez.»

La Mode Illustrée, 1873. Via Beautiful Century

La autora defiende la elegancia como don exclusivamente francés basándose en la siguiente teoría:

«La elegancia es un don del terruño; es, en nuestra Francia, una consecuencia de los efluvios telúricos, de la situación geográfica. La prueba es que entre nosotros se la encuentra, más o menos completa, en todas las clases, en todos los grados de la vida social. He aquí la razón de que París sea, moralmente, el polo magnético del mundo. Todos los pueblos se ven influídos por la atracción de nuestra naturaleza, formada de benevolencia y elegancia».

Staffe, como colofón final nos demuestra lo importante en esta vida, que no puede ser otra cosa que lo chic:

«Una nación elegante cometerá locuras, pero nunca indignidades. En los peores días su chic subsiste».

Francamente se trata de uno de tantos libros estúpidos, pero aportan una información valuosísima sobre cómo eran las sociedades del momento… y pueden acabar resultando encantadores. Quizás es que nos apasiona lo necio y la verdadera historia es la de la estupidez y no esta de los grandes pensadores que nos han contado.

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