La moda tiene sexo. Y la fotografía se ha encargado de mostrarlo sutilmente desde mediados del siglo XX, cuando ilustres nombres como Erwin Blumenfeld o Fernand Fonsagrives ya se atrevían a mostrar desnudos femeninos cubiertos por gasas o expuestos al sol. Desde entonces muchos han sido los fotógrafos que han «alegrado» la moda con su particular visión sexual de ella… Pero ninguno ha hecho del sexo su principal fuente de inspiración para realizar trabajos que resultaran realmente transgresores como lo hizo Helmut Newton. Por este motivo la editorial Taschen, diez años después de la impactante publicación del libro de Newton Sumo (el libro más caro y de mayores dimensiones del siglo XX), le rinde homenaje al maestro de la osadía con una reedición más asequible en tamaño y precio -no se engañen, pesa y no es precisamente barato, pero vale la pena por tratarse de una delícia y una maravilla para los sentidos-.
Autoretrato con su mujer y modelos, París 1981
Helmut Newton, el berlinés nacido en el seno de una rica família judía, el que fue un niño sin ningún interés por los estudios pero con una gran fascinación por las cámaras.El que escandalizó e intrigó al mundo de la moda durante medio siglo con sus provocativas mujeres y su fama de enfant terrible. Una fama ganada a pulso. «La noche de los cristales rotos» le obligó a huir rumbo a China pero acabó en Singapur, donde pronto se convirtió en gigoló y amante de una mujer mayor. Se volvió a subir a un barco, esta vez rumbo a Australia, donde comenzó a trabajar como fotógrafo en la edición de Vogue para este país y donde conoció a su inseparable esposa June.
June Newton, París 1972
Pero fue en París donde Newton encontró el lugar perfecto para un estilo que lo convirtió en el «rey del vicio y príncipe del porno». El Newton que ilustra la famosa sesión para Vogue París donde el esmoquin de Yves Saint Laurent contrasta con la pálida desnudez de una modelo en actitud fría y desafiante frente a la seducción de una mujer andrógina, moderna y terriblemente sensual.
Rue Aubriot, Yves Saint Laurent, French Vogue, París 1975
Estamos ante el fotógrafo que en 1976 transformó la boutique de Hermès de la rue Faubourg Saint-Honoré en el sex-shop más caro y lujoso del mundo para el Vogue francés; en los expositores exhibió espuelas, látigos, accesorios de cuero… y a las dependientas las vistió de estrictas institutrices.
Saddle I, Paris 1976
Las feministas se le hecharon encima acusándole de ser un esclavo de la sociedad de consumo y de mostrar a las mujeres como «trozos de carne», ante lo que Newton respondía: «Lo único que me importa es que deletreen mi apellido correctamente» o «Para los que se escandalizan ante mis fotos sólo tengo una respuesta: hay que estar a la altura, incluso de la mala reputación». Probablemente sea Manolo Blahnik, gran admirador del maestro, quien más razón tiene al definir la fotografía de Newton: «La estética femenina de Newton era única. Fue un hombre que fotografió a mujeres que realmente parecen mujeres».
Voyeurism, American Plaboy, Los Angeles 1989
En sus últimos años de trabajo, Newton no se sintió muy a gusto con la política empresarial de las editoriales, pero Anna Wintour y Franca Sozzani siguieron apostando por él hasta que un ataque cardíaco al salir del Château Marmont de Los Ángeles en 2004 le hizo perder el control de su Cadillac.
Carla Bruni con sus padres, Vanity Fair, Cavalaire, Francia 1992
Su legado se encuentra en la obra fotográfica de sus «herederos», especialmente en la de Terry Richardson, aunque también podríamos citar a Mario Testino, Steven Klein, David Lachapelle, Ellen Von Unwerth, el dúo Inez van Lamsweerde y Vinnodh Matadin, Paolo Roversi, Mario Sorrenti… y tantos nombres más que como nosotros han sucumbido a la belleza de unas fotografías que nos demuestran que la moda además de tener sexo, lo practica.
-Entrevista a Helmut Newton por Michael Kaplan en Graphis, Sep/Oct 2002